El estilo de vida occidental, incluida su la alimentación con dietas muy refinadas y el comportamiento sedentario, está asociado con una inflamación sistémica de bajo grado, que a su vez es responsable de la enfermedad degenerativa crónica.
En los últimos años, se ha puesto atención a los beneficios del consumo de pescado y sus efectos positivos sobre las enfermedades degenerativas, como la dislipidemia y las enfermedades cardiovasculares, que se han atribuido a los ácidos grasos poliinsaturados (PUFAS, por sus siglas en inglés) ω-3, es decir, EPA y DHA. Al igual que contiene otros nutrimentos, como minerales, vitaminas y proteínas, que se han asociado a la prevención, tratamiento y complicaciones asociadas a las enfermedades cardiovasculares.
En 2008, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. (FDA) declaró formalmente que el consumo de hasta 3g/d de PUFA ω-3 de origen marino se considera seguro. De acuerdo con esta declaración de tales beneficios de sus propiedades saludables, se recomienda el consumo de pescado en las pautas dietéticas para los estadounidenses 2015-2020 y por la Asociación Estadounidense del Corazón.
Actualmente se acepta que la inflamación juega un papel clave en la progresión de varias enfermedades crónicas, como la ateroesclerosis, la enfermedad inflamatoria intestinal, el cáncer, los síndromes neurodegenerativos, etc. Varias evidencias apoyan el papel de la microbiota y los PUFAS ω-3 en la regulación de la inflamación y el sistema inmunológico.
Se ha demostrado en estudios clínicos que los PUFAS ω-3 pueden disminuir la relación de los fila Firmicutes/Bacteroidetes, así como los géneros Coprococus y Faecalibacterium, y aumentar la abundancia de algunos géneros productores de butirato, es decir, Bifidobacterium, Lachnospira, Roseburia y Lactobacillus.
Los ácidos grasos poliinsaturados se clasifican en tres familias; los omega 9, 6 y 3, el principal representante de la familia omega 6 (ω-6) es el ácido linoleico, y el de la familia omega 3 (ω-3) es el ácido alfa linolénico. Los mismos son esenciales porque no pueden ser sintetizados por el humano, a diferencia de los ω-9, y por lo tanto deben ser aportados en una determinada cantidad y proporción entre ellos.
Los aceites vegetales son una gran fuente de ácidos grasos monoinsaturados (serie ω-9), y poliinsaturados (serie ω-6) y no contienen o solo contienen poca proporción de cantidad de ω-3. Hay, por supuesto, algunas excepciones como los aceite de canola, chía, linaza y soya con mayor contenido de estos ácidos grasos. Por otra parte los ácidos grasos de origen marino se caracterizan por su alto contenido de w-3 de cadena larga, siendo los más importantes el eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA). Algunas fuentes, como los pescados grasos o azules como son el salmón, el atún, la sardina y el hígado de bacalao, contienen un 10-15% con una mayor proporción de EPA Y DHA.
A partir del ácido alfa linolénico (ω-3) por medio de las reacciones enzimáticas de insaturación y elongación, mediando las enzimas desaturasa y elongasa se producen, principalmente en el hígado, EPA y DHA, mientras que los ácidos grasos ω-6 dan lugar a la formación del ácido araquidónico. Los ácidos grasos EPA, DHA y en especial el araquidónico, son precursores de los eicosanoides, destacando entre ellos las prostaglandinas, las prostaciclinas, los tromboxanos, los leucotrienos y las lipoxinas.
Los eicosanoides son buenos reguladores de la respuesta celular en procesos inflamatorios e inmunológicos, trabajando en los sistemas cardiovascular, respiratorio e inmunitario. Los ω-6, son precursores de las prostaglandinas de la serie 2 (PG2) y los leucotrienos de la serie 4 (LT4), siendo positivamente mediadores de la respuesta proinflamatoria. Por otro lado los ω-3 forman prostaglandinas de la serie 3 (PG3) y leucotrienos de la serie 5 (LT5), que tienen una acción antiinflamatoria.
El mecanismo de acción de las series ω-6 y ω-3 sobre la inmunidad se ve relacionada con la capacidad de estos y sus derivados de modular la expresión de genes, citocinas y otros compuestos implicados en la inflamación como factores de crecimiento y transcripción.
En lo que respecta a la resolución de la inflamación, tienen mayor importancia dentro de los eicosanoides las lipoxinas derivadas de araquidónico y resolvinas, protectinas y maresinas derivadas de EPA y DHA. Las lipoxinas juegan un papel en la resolución de la inflamación porque impiden el flujo de neutrófilos al foco inflamatorio. Las resolvinas son inmunomoduladores potentes y enteroespecificos que juegan un papel importante en la regulación de la quimiotaxia de los neutrófilos, ayudan a mejorar la fagocitosis y a disminuir la producción de citoquinas inflamatorias. Los mencionados, en especial las protectinas, juegan un papel protector sobre el sistema nervioso, la retina, el hígado y los pulmones, siendo protagonistas de los mecanismos posibles en la supervivencia celular, ya que inhiben la apoptosis. De igual forma, inhiben la producción del factor de necrosis tumoral alfa (TNF-a), de las interleucinas 1, 2 y 6 (IL-1, IL-2, IL-6) que actúan sobre las células T. El LT4, es un fuerte quimiotáctico y está implicado en la generación, desarrollo y resolución de las respuestas del sistema inmune.
Por otra parte, también los derivados de la serie ω-3 son antiinflamatorios y potencialmente protectores en las enfermedades en que la respuesta inmune comprende la etiología del cuadro clínico, como son el asma, la artritis reumatoide, las enfermedades inflamatorias intestinales, la ateroesclerosis, etc. Se ha demostrado en diferentes estudios los efectos benéficos de los ω -3 en la enfermedad inflamatoria intestinal, particularmente Crohn y la colitis ulcerosa.
Por lo tanto, la composición de ácidos grasos poliinsaturados de la dieta juega un papel importante en la modulación de las funciones inmunes y procesos inflamatorios. La proporción en que los eicosanoides se producen dependerá de la cantidad de sustrato disponible, lo que a su vez influye en que la respuesta sea proinflamatoria o antiinflamatoria.
Los beneficios de los eicosanoides derivados de ω-3 han sido investigados en algunas enfermedades, mejorando la función pulmonar y disminuyendo la severidad del asma infantil, además de favorecer el retraso en el desarrollo de la artritis reumatoide, y un efecto vasodilatador en la ateroesclerosis.
Lectura recomendada
- Méndez, Lucía, et al. “Marine lipids on cardiovascular diseases and other chronic diseases induced by diet: An insight provided by proteomics and lipidomics.” Marine drugs 15.8 (2017): 258.
- Loftsson, Thorsteinn, et al. “Fatty acids from marine lipids: Biological activity, formulation and stability.” Journal of drug delivery science and technology 34 (2016): 71-75.
- Šimat, Vida, et al. “Recent advances in marine-based nutraceuticals and their health benefits.” Marine Drugs 18.12 (2020): 627.